sábado, 5 de abril de 2014

Sociofobia

Si eres de esas personas que piensan que las redes sociales son la revolución del siglo XXI y que conseguirán lo que no parecemos dispuestas a hacer mediante el apoyo mutuo en el mundo real, César Rendueles te plantea, en Sociofobia [Ed. Capital Swing Libros S.L. Madrid (2013)], un dilema que, ante todo, escapa de simplificaciones, con gran sentido crítico y no menor dosis de conocimiento sobre los distintos temas que aborda, que te resultará cuando menos polémico.
...Claro que todo lo que escriben los Rendueles (padre e hijo) resulta siempre recomendable.

Sin ningún ánimo de resumir, ni siquiera de señalar lo más interesante del libro, puesto que sería un ejercicio inútil y hasta estúpido tratar de medirme en pocas líneas con el conocimiento y la densidad de razonamiento de César Rendueles, no me resisto a dejaros aquí algunos apuntes, advirtiendo que no dan una idea de la riqueza y complejidad del texto, sino que tienen sólo el objetivo de espolear vuestra curiosidad...

“El mercado libre ni ha existido nunca ni puede llegar a existir... es un proyecto fracasado y profundamente contradictorio. Por eso, en el capitalismo realmente existente, el estado interviene constantemente para evitar que el país del nunca jamás del libre mercado se desmorone... arrastrando consigo a las élites que se aprovechan de sus falsas promesas.”
(pag. 22)

“Los anticapitalistas entendieron que, en realidad, los grandes dramas de nuestra era -la desigualdad material y social, la inestabilidad económica, el racismo o el patriarcado- son cuestiones sencillas de resolver con unos pequeños ajustes: apenas un cambio en la propiedad de los medios de producción y algo de ilustración... Los revolucionarios apenas aspiraron a alimentar, educar y llevar la democracia radical a la totalidad de la población mundial. Algo aparentemente factible y deseable dado nuestro nivel de desarrollo tecnológico y político. Justamente eso el lo que hace que ese proyecto resulte tan estremecedor. Porque se puede plantear al revés: alimentar a la población mundial nos obliga a destruir el mundo tal y como lo conocemos.”
(pag. 31)

“Las propuestas políticas que confían en la aparición de nuevas formas de sociabilidad despiertan desasosiego incluso entre sus partidarios... No vemos claro por qué demonios vamos a dejar de ser individualistas, egoístas, desconfiados e insolidarios”
(pag. 33)

“El ciberutopismo actualiza una idea muy presente en los movimientos revolucionarios modernos: la superación de la tutela comunitaria tradicional y la aparición de una forma de relación social al mismo tiempo solidaria y respetuosa con el libre desarrollo individual... El milenarismo digital es una mala respuesta a una buena pregunta... al igual que muchas concepciones modernas de la sociedad postcapitalista.
El ciberfetichismo resulta tan atractivo porque concibe nuestro tiempo como el resultado de una ruptura incruenta y fructífera con el pasado. Desde esta perspectiva, somos los afortunados herederos de algunos cambios tecnológicos con importantes subproductos sociales y potencialmente políticos... Internet y el tecnoutopismo, más que una cortina de humo, son un bálsamo de irrealidad para una herencia histórica insoportable, en la que la consistencia de la realidad parecía violentamente excesiva... El mensaje que no queremos oír es que nuestras esperanzas ciberutópicas han nacido muertas.”
(pag. 121)

“Creo que el ciberutopismo es, en esencia, una forma de autoengaño. Nos impide entender que las principales limitaciones a la solidaridad y la fraternidad son la desigualdad y la mercantilización.”
(pag. 35)

“Toda esta efervescencia social digital es, en el fondo, suntuaria, decorativa. Es inútil para lo que debería servir la vida en común: cuidar los unos de los otros... creo que las sociedades completas e ilustradas disponen de las materias primas necesarias para afrontar la democratización, la igualdad, la libertad y la solidaridad... pero la ideología de la red es un obstáculo insalvable para ello.”
(pag. 36)

“En realidad, la idea de que la tecnología puede contribuir a fortalecer y ampliar los vínculos entre las personas es bastante exótica. La historia de los últimos tres o cuatro siglos -que en parte es la historia de algunos cambios tecnológicos de dimensiones sísmicas- está marcada por una progresiva fragilización de las relaciones sociales...”
(pag. 87)

“La mayor parte de las cooperativas laborales exitosas en el mundo analógico tiene un alto nivel de arraigo comunitario... El coste a pagar por la combinación de independencia y cooperación características de Internet es que no puede ser un polo de autogobierno en sentido fuerte...”
(pag. 106)

“...somos codependientes y cualquier concepción de la libertad personal como base de la ética tiene que ser coherente con esa realidad antropológica...”
(pag. 143)

“...Hay una gran cantidad de sociabilidad en internet, pero resulta inservible par los cuidados.
...Si alguna lección deberíamos haber aprendido del capitalismo es que la alienación y la insolidaridad son perfectamente congruentes con estándares altos de nivel de vida y de educación.”
(pag. 148)

“...Es como si la gente hubiera aceptado rebajar su percepción de la realidad social a la escala explicativa de los economistas, sociólogos y psicólogos. La sociabilidad digital es tan expansiva porque es una pura relación formal cuya corrección se establece antes de evaluar su contenido material. El secreto es que apenas tiene contenido...”
(pag. 153)

“El ciberfetichismo y la sociofobia son la fase final de aceptación de la heteronomía terminal moderna, cuando ya sin ira ni negación nos sometemos al mercado y tratamos de emular socialmente sus dispositivos básicos.
El mayor desafío al ciberfetichismo y la sociofobia no es el ludismo o el comunitarismo sino la concreción política... Los acuerdos colectivos dirigidos a incentivar el cuidado mutuo, la igualdad y el desarrollo de las capacidades humanas necesitan reivindicar la soberanía democrática sobre la heteronomía mercantil. Tampoco basta con definirlos en términos abstractos y ponerlos a funcionar... Exigen un compromiso pragmático constante con su corrección y mejora, como... un recurso de uso común.”
(pag. 158)

“Un principio anticapitalista irrenunciable es que ningún asunto público esté excluido en principio de los procesos de deliberación democrática. Implica una subversión del consenso dominante en las democracias liberales acerca de la sustracción del debate político de los procesos de acumulación capitalista, que se dan por garantizados...”
(pag. 169)

“Precisamente este libro se pregunta cómo siguen vivos algunos problemas de la modernidad relacionados con la emancipación y el vínculo social en nuestra época de pantallas digitales y megaslums, de redes sociales y pisos patera.”
(pag. 195)

Como ya habréis imaginado las contribuciones más interesantes y más densas no figuran en este esquema, precisamente porque son imposibles de resumir. De modo que ahora sólo os queda hacer una cosa: leer el libro.




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